Wednesday, March 29, 2006

EL BOTELLON


EL BOTELLON

Hace años visitamos la ciudad de Córdoba para conocer su monumental y maravillosa Mezquita. Al salir del hotel, situado en la parte alta, nos llamó la atención los centenares de botellas, escombros y botellones esparcidos en los bordes de las aceras de esa calle en particular. Era el fenómeno del BOTELLON. Después me enteré que en otras ciudades pasaba lo mismo. Centenares de jóvenes se reúnen los fines de semana, en determinadas plazas y calles para beber cualquier tipo de alcohol. En Granada hace unas semanas se reunieron 20.000 jóvenes. La lluvia frustró otras reuniones. En Barcelona la policía local abortó la concentración. El saldo: detenidos, heridos, destrozos de mobiliario urbano, robos y trifulcas.
Hablé con un joven granadino. El fenómeno lo aceptaba con naturalidad, en vista del precio de las bebidas en bares y discotecas. Se pasa bien, pruébalo y harás muchos amigos, me dijo. Esta vez las convocatorias se efectuaron a través de Internet y los móviles. Las autoridades observan con preocupación la extensión de este fenómeno, preguntándose si en el fondo, se trata de una protesta social que puede desencadenar males mayores, al estilo francés. Hay anuncios televisivos que incitan claramente a beber alcohol. Se asocia al éxito y al atractivo personal. En muchas ciudades los jóvenes no encuentran un ocio alternativo. Los bares y discotecas ofrecen ciertamente bebidas alcohólicas de toda clase a precios caros. Los franceses protestan contra una ley laboral, los españoles se dedican a la bebida. Así lo señalaba The Times. Vaya forma de hacer revoluciones o de expresar miedos, angustia y desorientación. Pero el hecho es que estos jóvenes están poniendo en riesgo su salud y los vecinos reclaman su derecho a la tranquilidad. ¿Reprimir, encauzar, limitar? No lo sé. Estamos en una sociedad llena de contradicciones. Los entes educativos, la familia, todos, deben implicarse. Pienso también que es perfectamente legítimo reunirse con trago o sin trago para hacer amigos, pero pacíficamente y sin causar destrozos. Analicemos los problemas que se esconden detrás del botellón, preguntándonos si vale la pena reprimir o si vale mas la pena encauzar.

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