UN PASEO POR DONETSK (UCRANIA ORIENTAL)
Curioso, un partido del Barça en Donetsk le trae al autor de este artículo, Lluis Foix, las mismas frases del libro "Vida y Destino" que, a mí, me llamaron poderosamente la atención, las cuales transmití en una corta carta al periódico en catalán Avui y que están en alguna parte de este blog.
El Barça se salvó por la mínima y por milagro, no como ayer que goleó al Atlético de Madrid, pero el autor de las líneas, que copio al pie, encuentra en una calle de esta ciudad ucraniana una placa dedicada a Vasili Grossman, indicando que allí había vivido y trabajado este novelista.
Paseo sin rumbo por Donetsk (La Libreta)Lluís Foix | 02/10/2008 - 22:28 horas
Donetsk, Ucrania Oriental
Lluis Foix
He vagado casi dos días por la ciudad de Donetsk. Sin guías y sin rumbo. La sugerencia de Joaquim Maria Puyal, el pionero de las retransmisiones de fútbol en catalán, para que me uniera a la expedición del Barça que el miércoles se enfrentó al Shaktar de Donetsk en la liguilla de la Champions, me animó positivamente a embarcarme en el avión que transportaba a jugadores, directivos, aficionados y periodistas del Barcelona a esta ciudad minera de la cuenca del Don.
Con Puyal transitamos por las carreteras y ciudades de Albania en los años ochenta, cuando el legado de Enver Hoxha permanecía estructuralmente visible en el país de las águilas. También con ocasión de una expedición del Barça a la ciudad de Vlora.
La Ucrania de hoy no es la Albania de hace casi treinta años. Pero muchas horas paseando por los mercados, las avenidas y los barrios de Donetsk, el primer día con Puyal y Ricard Torquemada, y el día del partido de fútbol nocturno por mi cuenta, me evocaron las sensaciones todavía frescas de una de las obras literarias más potentes que se han publicado en castellano recientemente.
Me refiero a "Vida y Destino", de Vasili Grossman (Galaxia Gutemberg), publicada también en catalán, "Vida i Destí" por la misma editorial, un relato monumental de las barbaridades cometidas por los dos grandes totalitarismos del siglo XX. Busqué la estatua de bronce del fundador de la ciudad, el galés John Hughes, que a finales del siglo XIX construyó una acerería y excavó varias minas de carbón. Ahí estaba el galés con nombre rusificado.
Más adelante, un tanque con la hoz y el martillo del ejército rojo, es expuesto catapultado en un monumento a la resistencia nazi que se apoderó de toda Ucrania al comienzo de la guerra.
El palacio de la Ópera, la enorme estatua de Lenin que se levanta solitaria en una gran plaza, la catedral ortodoxa reconstruida y adornada con los inconfundibles iconos dorados, cirios ardiendo en muchas capillas, un bautizo que tuvo lugar con el ritual propio y con la familia ataviada con trajes típicos.
En un inglés que nadie entendía iba preguntando por Vasili Grossman. Al final alguien me orientó hacia una calle en la que encontré una pequeña placa indicando que "aquí vivió y trabajó Vasili Grossman en los años treinta".
El día era soleado y la tarde limpia. Estuve un buen rato pensando en este escritor judío, en su trayectoria como escritor y periodista de guerra para el diario del partido editado en Moscú.
Me vino a la mente la carta memorable que su madre le escribió el día antes de ser sacrificada por los nazis que eliminaron a todos los judíos de su ciudad natal, Berichev, y que Grossman encontraría después de que el Ejército Rojo echara a las tropas alemanas de Ucrania.
He consultado los dos últimos parágrafos de la carta en la que le dice "recuerda que el amor de tu madre siempre estará contigo, en los días felices y en los días tristes, nadie tendrá nunca el poder de matarlo".
"Vitenka (Vasili)… Ésta es la última línea de la última carta de tu madre. Vive, vive, vive siempre… Mamá." El recuerdo de su madre sale una y otra vez en Vida y Destino. Dice en un pasaje que "todos los hombres son culpables ante una madre que ha perdido a un hijo en la guerra; y a lo largo de la historia de la humanidad todos los esfuerzos que han hecho los hombres por justificarlo han sido en vano". Hitler eliminó a todos los judíos que encontró a su paso. Grossman describe estas matanzas con una prosa escalofriante. Pero también señala a Stalin como el que consideró positivamente primero a los judíos para después quitarles sus bienes y perseguirles siguiendo una antigua tradición rusa.
Es la gran contradicción que inquieta profundamente a Grossman que dice que "he sido testigo de los grandes sufrimientos del pueblo campesino, aunque la colectivización se hacía en nombre del bien. Yo no creo en el bien, creo en la bondad".
Cuando en plena noche, en el estadio del Shaktar, la afición local hacía la ola en espera de una victoria contra el Barça, con los periodistas narrando el partido, introduciendo algunos rasgos de la historia de Donetsk, pensé varias veces en Grossman como testimonio único de las tragedias que conoció Ucrania.
Por las acciones perversas del nazismo y también por la violencia de Stalin con hambrunas provocadas que costaron la vida a millones de ucranianos.
Un recuerdo emocionado a Grossman. Y también un homenaje a un pueblo que sabe que los sufrimientos se pueden repetir. La independencia de Ucrania al caer la Unión Soviética no está garantizada. Hay problemas profundos y complejos.
Los ciudadanos de esta parte del país hablan mayoritariamente ruso. Y se sienten rusos culturalmente aunque nacionalmente se consideran ucranianos.
La ciudad no ha superado las calamidades del pasado. Hay muchas viviendas desvencijadas, las tiendas son pobretonas, con excepción de los comercios de la gran avenida que son frecuentados por los ricachones de última hora. Los coches son antiguos y el transporte público es suficiente pero muy deteriorado.
En esta parte de Europa central se libraron muchas batallas en nombre del predominio de una raza o de la imposición de una ideología. No se repetirán de la misma manera. Pero hay demasiados intereses en juego. Intereses nacionales o energéticos.
Una noche de fútbol que milagrosamente favoreció al Barça no pueden hacer olvidar un pasado tan duro, tan violento, tan injusto. Tan inhumano.
El Barça se salvó por la mínima y por milagro, no como ayer que goleó al Atlético de Madrid, pero el autor de las líneas, que copio al pie, encuentra en una calle de esta ciudad ucraniana una placa dedicada a Vasili Grossman, indicando que allí había vivido y trabajado este novelista.
Paseo sin rumbo por Donetsk (La Libreta)Lluís Foix | 02/10/2008 - 22:28 horas
Donetsk, Ucrania Oriental
Lluis Foix
He vagado casi dos días por la ciudad de Donetsk. Sin guías y sin rumbo. La sugerencia de Joaquim Maria Puyal, el pionero de las retransmisiones de fútbol en catalán, para que me uniera a la expedición del Barça que el miércoles se enfrentó al Shaktar de Donetsk en la liguilla de la Champions, me animó positivamente a embarcarme en el avión que transportaba a jugadores, directivos, aficionados y periodistas del Barcelona a esta ciudad minera de la cuenca del Don.
Con Puyal transitamos por las carreteras y ciudades de Albania en los años ochenta, cuando el legado de Enver Hoxha permanecía estructuralmente visible en el país de las águilas. También con ocasión de una expedición del Barça a la ciudad de Vlora.
La Ucrania de hoy no es la Albania de hace casi treinta años. Pero muchas horas paseando por los mercados, las avenidas y los barrios de Donetsk, el primer día con Puyal y Ricard Torquemada, y el día del partido de fútbol nocturno por mi cuenta, me evocaron las sensaciones todavía frescas de una de las obras literarias más potentes que se han publicado en castellano recientemente.
Me refiero a "Vida y Destino", de Vasili Grossman (Galaxia Gutemberg), publicada también en catalán, "Vida i Destí" por la misma editorial, un relato monumental de las barbaridades cometidas por los dos grandes totalitarismos del siglo XX. Busqué la estatua de bronce del fundador de la ciudad, el galés John Hughes, que a finales del siglo XIX construyó una acerería y excavó varias minas de carbón. Ahí estaba el galés con nombre rusificado.
Más adelante, un tanque con la hoz y el martillo del ejército rojo, es expuesto catapultado en un monumento a la resistencia nazi que se apoderó de toda Ucrania al comienzo de la guerra.
El palacio de la Ópera, la enorme estatua de Lenin que se levanta solitaria en una gran plaza, la catedral ortodoxa reconstruida y adornada con los inconfundibles iconos dorados, cirios ardiendo en muchas capillas, un bautizo que tuvo lugar con el ritual propio y con la familia ataviada con trajes típicos.
En un inglés que nadie entendía iba preguntando por Vasili Grossman. Al final alguien me orientó hacia una calle en la que encontré una pequeña placa indicando que "aquí vivió y trabajó Vasili Grossman en los años treinta".
El día era soleado y la tarde limpia. Estuve un buen rato pensando en este escritor judío, en su trayectoria como escritor y periodista de guerra para el diario del partido editado en Moscú.
Me vino a la mente la carta memorable que su madre le escribió el día antes de ser sacrificada por los nazis que eliminaron a todos los judíos de su ciudad natal, Berichev, y que Grossman encontraría después de que el Ejército Rojo echara a las tropas alemanas de Ucrania.
He consultado los dos últimos parágrafos de la carta en la que le dice "recuerda que el amor de tu madre siempre estará contigo, en los días felices y en los días tristes, nadie tendrá nunca el poder de matarlo".
"Vitenka (Vasili)… Ésta es la última línea de la última carta de tu madre. Vive, vive, vive siempre… Mamá." El recuerdo de su madre sale una y otra vez en Vida y Destino. Dice en un pasaje que "todos los hombres son culpables ante una madre que ha perdido a un hijo en la guerra; y a lo largo de la historia de la humanidad todos los esfuerzos que han hecho los hombres por justificarlo han sido en vano". Hitler eliminó a todos los judíos que encontró a su paso. Grossman describe estas matanzas con una prosa escalofriante. Pero también señala a Stalin como el que consideró positivamente primero a los judíos para después quitarles sus bienes y perseguirles siguiendo una antigua tradición rusa.
Es la gran contradicción que inquieta profundamente a Grossman que dice que "he sido testigo de los grandes sufrimientos del pueblo campesino, aunque la colectivización se hacía en nombre del bien. Yo no creo en el bien, creo en la bondad".
Cuando en plena noche, en el estadio del Shaktar, la afición local hacía la ola en espera de una victoria contra el Barça, con los periodistas narrando el partido, introduciendo algunos rasgos de la historia de Donetsk, pensé varias veces en Grossman como testimonio único de las tragedias que conoció Ucrania.
Por las acciones perversas del nazismo y también por la violencia de Stalin con hambrunas provocadas que costaron la vida a millones de ucranianos.
Un recuerdo emocionado a Grossman. Y también un homenaje a un pueblo que sabe que los sufrimientos se pueden repetir. La independencia de Ucrania al caer la Unión Soviética no está garantizada. Hay problemas profundos y complejos.
Los ciudadanos de esta parte del país hablan mayoritariamente ruso. Y se sienten rusos culturalmente aunque nacionalmente se consideran ucranianos.
La ciudad no ha superado las calamidades del pasado. Hay muchas viviendas desvencijadas, las tiendas son pobretonas, con excepción de los comercios de la gran avenida que son frecuentados por los ricachones de última hora. Los coches son antiguos y el transporte público es suficiente pero muy deteriorado.
En esta parte de Europa central se libraron muchas batallas en nombre del predominio de una raza o de la imposición de una ideología. No se repetirán de la misma manera. Pero hay demasiados intereses en juego. Intereses nacionales o energéticos.
Una noche de fútbol que milagrosamente favoreció al Barça no pueden hacer olvidar un pasado tan duro, tan violento, tan injusto. Tan inhumano.
1 Comments:
Artículo interesante y conmovedor. Gracias por compartirlo. Un cordial saludo.
Pedro: Ya nos llamaremos, sin demorarlo mucho, para quedar un día.
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