TRADUCCIONES
Vimos
recientemente la obra teatral “Translations” en el bellísimo e histórico marco
de la Biblioteca de Catalunya. Esta obra fue inscrita el 1980 por el dramaturgo
irlandés Brian Friel y transcurre en una villa ficticia de Irlanda durante el
siglo XIX.
Lo
interesante de esta obra es su plantemiento sobre el lenguaje, la comunicación
y el imperialismo cultural, en este caso el genocidio de la lengua galesa y la
implantación del inglés a la fuerza a todo ese pueblo. El espectador, al menos
a mí me pasó, no deja de pensar con lo que pasó con el catalán durante la época
franquista y mas recientemente con las palabras de Wert : “hay que “españolizar” la enseñanza en Catalunya”.
Para
los irlandesos la historia acabó bien, ya que obtuvieron su independencia del Reino
Unido en 1922 aunque actualmente sólo un 3% utilizan el gaélico irlandés como
su lengua habitual a pesar de que antes de este genocidio el irlandés gaélico
era la lengua habitual de Irlanda.
Translations
és una clàssic contemporani; una obra que, a més d’Irlanda, s’ha representat al
West End i a Broadway.
La
posada en escena, magnifica … tot i aprofitant el meravellós
indret on es representa, sota les arcades gòtiques del antic hospital….
il·luminació i projeccions molt be.
Resumin,
un text molt bo, que toca temes molt propers al que esta passant ara
mateix a Catalunya… però una interpretació global i direcció que
deixa molt que desitjar, segons el nostre parer. Potser va influir
negativament en nosaltres, aspectes aliens a la representació… com la cua
interminable i leeeeeenta per bescanviar les entrades, el repartiment de les
mateixes sense gaire sentit, guardant les millors pels amics i coneguts (massa
descaradament), la falta de bona acústica al sostre on estaven instal·lats, la
gent dormint al nostre voltant… la excessiva durada de la representació… les
poc treballades interpretacions d’alguns actors secundaris.
No
vaig aplaudir al finalitzar la representació…. i això en mi es gairebé
impossible, com sabeu els que em coneixeu. Alguns diuen que m’agrada tot
!!!
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Al día siguiente encontramos una
crónica de la obra en LV, la cual reseñamos parcialmente:
Traduccions’,
de Xavier Antich en La Vanguardia
Saben cómo suena el viento
cuando mece la cebada? El teatro, como el arte, siempre ha hablado de la vida.
El escenario, en la tradición occidental, ha sido el lugar donde, desde el
griegos, se han representado los conflictos de una comunidad, las tensiones que
la definen y los sueños de los que se ha nutrido. En escena, una comunidad se
encuentra reflejada y descubre, así, aquello que la
dignifica y también aquello de lo que debería avergonzarse. El teatro, más allá
del texto, que puede ser leído privadamente al margen de su representación, es
sobre todo puesta en escena: una realidad que sólo llega a ser lo que es cuando
se escenifica ante el público. Por eso, las obras dicen lo que dicen cuando
fueron escritas, y dicen, a menudo otra cosa, cuando son interpretadas y el
tiempo y el lugar que las acoge define el contexto de recepción. De aquí la
extraña realidad de las obras teatrales: sólo viven plenamente cuando están en
escena, ante el público. Pues es el tiempo del público lo que las dota de
singularidad y concreción. Sólo entonces la obra está viva, cuando un auditorio
es directamente interpelado por lo que ve y escucha, aunque el texto se haya
escrito en otro tiempo, otro lugar y para otro auditorio.
Estos días se presenta en una de
las salas góticas de la Biblioteca de Catalunya, un espacio mágico descubierto
para usos teatrales por la compañía La Perla 29, una obra emocionante, de gran
intensidad, inteligente y lúcida que está pasando de boca en boca hasta haber
forzado una prórroga de las funciones: Traduccions
de Brian Friel, en una versión prodigiosa de Joan Sellent y dirigida con
sensibilidad y sutileza por Ferran Utzet, con una tropa de actores y actrices
descomunales. Friel, que es un clásico contemporáneo, no es desconocido aquí:
el Teatre Lliure ya interpretó Dansa
d’agost en el año 1993. Y Traduccions
ya había subido a escena hace unos años, pero entonces o bien no era todavía su
tiempo, o aquella no era la versión que hacía falta. Ahora se muestra como una
obra de una extrema actualidad en el panorama político y cultural actual.
La acción está ambientada en un
pequeño pueblo de Irlanda en 1833, un momento en que el ejército británico
cartografía el territorio para traducir al inglés los topónimos originales en
gaélico. En la obra original, el público debe suponer que los personajes
irlandeses hablan gaélico y los ingleses, inglés, aunque todos, en realidad,
hablan inglés con ciertas variantes. Aquí se ha reproducido el mismo efecto y,
aunque tanto los unos como los otros hablan en catalán, los irlandeses lo hacen
en una versión no normativa llena de detalles ultralocales y anacrónicos.
En todo caso, el conflicto se
produce entre una comunidad que quiere preservar su lengua y los nombres de los
lugares y, a través de ella, su historia y una forma de vivir y de ver el
mundo, y otra, que llega con pretensiones colonizadoras, que busca, a través de
la homogeneización de los topónimos en la lengua común, normalizar, modernizar
y civilizar un mundo que, imaginan, está condenado a desaparecer. Toda la obra
pasa en el patio de la casa del maestro, que hace de escuela de lengua,
historia y etimologías. Y es en este espacio donde los soldados británicos,
convenientemente ayudados por el hijo mayor del maestro, entregado a los
ingleses, despliegan los mapas donde sustituirán los nombres gaélicos por los
ingleses nuevos, construidos ad hoc de manera artificiosa.
.
Pero sobre todo, aparte de ser
una joya teatral inolvidable, la obra hace pensar. Kant, a finales del siglo
XVIII, clasificó jerárquicamente las diferentes artes en función de lo que
dejaban para pensar, ya que creía, legítimamente, que el arte tiene que ver con
el placer y el conocimiento. Pues bien, Traduccions
hace pensar, y mucho, en la incomprensión que se genera entre lenguas y
culturas diversas cuando estas basan su relación en el dominio, la colonización
y la violencia de una sobre la otra. Y hace evidente también las dificultades
de entenderse, más allá de la inmediatez carnal de los cuerpos, cuando la
relación no está fundada en la igualdad. Sin esta, nada, ni el diálogo ni la
convivencia ni el acuerdo pueden ser, por muchos esfuerzos que se hagan,
posibles. Definitivamente, hay que volver a leer Los dominados y el arte de la resistencia, el clásico de James C.
Scott.
De verdad: si pueden, vayan a
ver Traduccions: sentirán como suena
el viento cuando mece la cebada…
Tuvimos esta suerte.
PB
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