ITALIA A LA DERIVA
Italia es un país precioso para pasar unos días. Bellos paisajes, buena comida, gente amable, historia y arte. Sin embargo, al hablar de política sueltan palabras de grueso calibre. Terrificante, así me contestó una bella muchacha de Módena en el aeropuerto de Catania, al preguntarle por Berlusconi. Las palabras del guía del bus, un joven universitario, no fueron menos edificantes. En el “Corriere della Sera” del primero de Mayo, en primera página, se publica un comentario del libro “A la deriva” que se acaba de publicar cuestionando a la clase política. Según autores, Stella y Rizzo, los políticos utilizan el poder que detentan para distribuir prebendas y favores. Sostienen que el gobierno de los ricos ha hecho un país más pobre, más injusto, menos educado, mas enfermo, menos emprendedor y carente de buenos servicios.
El articulista del “Corriere della Sera“ bajo el título de " La decencia a la deriva" y con el subtítulo de “Democracia bajo sospecha” (sotto recatto) informa que Italia se encuentra en el numero 46 de la lista de los países más competitivos. El comercio internacional ha perdido el 11,8% en las cuotas de mercado (11,8% desde el 2001 al 2006) entre los países de la EU. La productividad laboral ha crecido sólo el 1% contra el 8,6% de Francia y el 7,7% de Alemania. En cuanto a autopistas europeas ha descendido del puesto tercero al duodécimo y sigue así en movimiento portuario, ferrocarriles, etc. Por cierto, el uso de Internet lo sitúan por debajo de España 17% vs. 26% mientras Alemania tiene un 43% y Francia el 41%.Cuando algún ministro o un parlamentario con coraje proponen algo para que el sistema sea más flexible y competitivo, siempre sale alguien que se opone La población desea y necesita las grandes obras publicas pero no quieren que sean construidas en su territorio. Cualquier reforma concluye con un mediocre compromiso para reducir la eficacia y aumentar el costo. Y los partidos, con sus cantos de loro, contribuyen a la general ineficiencia del sistema a través de todas las ramas de la vida pública. Estos señores una vez instalados en el poder lo único que hacen es tratar de conservarlo buscando los votos y los favores. No es cierto, dicen, que la situación no tenga salida. Todavía queda oportunidad para romper el círculo vicioso y hacer un gran esfuerzo nacional. No se trata de simples mejoras. Exigen que el gobierno lo entienda así desde el primer momento.
El articulista del “Corriere della Sera“ bajo el título de " La decencia a la deriva" y con el subtítulo de “Democracia bajo sospecha” (sotto recatto) informa que Italia se encuentra en el numero 46 de la lista de los países más competitivos. El comercio internacional ha perdido el 11,8% en las cuotas de mercado (11,8% desde el 2001 al 2006) entre los países de la EU. La productividad laboral ha crecido sólo el 1% contra el 8,6% de Francia y el 7,7% de Alemania. En cuanto a autopistas europeas ha descendido del puesto tercero al duodécimo y sigue así en movimiento portuario, ferrocarriles, etc. Por cierto, el uso de Internet lo sitúan por debajo de España 17% vs. 26% mientras Alemania tiene un 43% y Francia el 41%.Cuando algún ministro o un parlamentario con coraje proponen algo para que el sistema sea más flexible y competitivo, siempre sale alguien que se opone La población desea y necesita las grandes obras publicas pero no quieren que sean construidas en su territorio. Cualquier reforma concluye con un mediocre compromiso para reducir la eficacia y aumentar el costo. Y los partidos, con sus cantos de loro, contribuyen a la general ineficiencia del sistema a través de todas las ramas de la vida pública. Estos señores una vez instalados en el poder lo único que hacen es tratar de conservarlo buscando los votos y los favores. No es cierto, dicen, que la situación no tenga salida. Todavía queda oportunidad para romper el círculo vicioso y hacer un gran esfuerzo nacional. No se trata de simples mejoras. Exigen que el gobierno lo entienda así desde el primer momento.
2 Comments:
Una´furtiva lacrima per l´Italia´
Antoni Puigverd
Si un ministro describe a los inmigrantes como bestias, es que los diques alzados tras la guerra mundial se hunden
Todos los que adoramos la fertilísima cultura italiana andamos alicaídos. Los que, en la adolescencia, descubrimos, con las películas de Fellini, que la nostalgia y la ironía son perfectamente compatibles, por ejemplo. O los que con Pavese constatamos que, en el entusiasmo de un verano juvenil, el cielo y el infierno se confunden. O los que leyendo a Primo Levi viajamos al pozo sin fondo de la condición humana y nos conjuramos para que nunca más el impiadoso antihumanismo recuperara su atractivo. Son tantas las gozosas y profundas lecciones que hemos recibido de la cultura transalpina que ahora no sabemos reprimir las lágrimas por su deriva hacia la vulgaridad, el mal gusto, la chabacanería. Y el impiadoso antihumanismo.
¿Cómo no vamos a llorar los enamorados de la bella Italia, patria de tantos maravillosos escritores, Leopardi, Bassani, Magris, si de nuevo está en el candelero Roberto Calderoli? El que describió como porcata la ley electoral de la que es autor.
El que propuso organizar un maiale day (día del tocino) para burlarse de unos inmigrantes musulmanes.
Ahí está de nuevo en el gobierno un político que se regodea en el insulto: "La civilización gay ha trasformado la Padania en un contenedor de culattoni".Cuando se refiere a los homosexuales siempre usa motes despectivos: culattoni,ricchioni.No discrepa, cosa perfectamente lícita, del matrimonio gay. Los insulta, simplemente. No menos odiosa es la visión que tiene de los inmigrantes: "que vuelvan al desierto a hablar con los camellos, o a la selva con los monos". Basten estos penosos ejemplos para describir la bajeza de este médico bergamasco,exponente estelar de lo que fue la federalista Liga Norte, hoy puro, duro y pardo populismo.
El retorno de Calderoli no es una excepción o una rareza. El nuevo populismo bulle en el partido posfascita Alianza Nacional. Y se expresa en el propio Berlusconi, cuyos chistes y chascarrillos son la quintaesencia del tradicional machismo mediterráneo, aunque en versión cursi, de conquistador en horas bajas. Se ha comentado mucho su frase sobre el destete de sus niñas ministras, ahí van otras perlas:
"La izquierda no tiene gusto, ni siquiera cuando se trata de mujeres. Nuestras candidatas son más hermosas", dijo el pasado mes de abril, en plena campaña. Y también: "Otra razón de peso para invertir en Italia es que tenemos bellísimas secretarias... ¡chicas soberbias!". Parece cháchara más ridícula que peligrosa, pero el desprecio por las mujeres que trasluce el verbo de Berlusconi no es anecdótico. Ni folklórico. Aunque, ciertamente, su desprecio por los inmigrantes es más acerado:"Estableceremos más campos (de detención) para identificar a los inmigrantes sin empleo". Y en cuanto al revival de brazos alzados que pudo verse el otro día en el Campidoglio, con la proclamación del nuevo alcalde Alemanno, baste recordar que Berlusconi ya trivializó el fascismo tiempo atrás: "Mussolini no mató a nadie, sólo mandaba los opositores de vacaciones al exilio".
Esta retórica populachera ha ganado definitivamente la partida. Lo llaman discurso popolare,pero no lo es. Tampoco es fascismo en sentido estricto. La cultura tradicional italiana, de origen rural, desapareció. Ha sido sustituida por la nueva cultura televisiva, que con tanto éxito ha rentabilizado precisamente Berlusconi, con sus exuberantes chicas, sus estridentes concursos, su idolatría consumista, su estimulación de todo tipo de vísceras. La televisión basura - que en España conocemos bien- es un invento de Berlusconi y empieza a tener traducción política. La masa popolare ha devenido impiadosa chusma de circo romano.
Por supuesto, la izquierda y el catolicismo le han dejado el campo libre. Francesco Ramella lo ha explicado en La Stampa:se ha producido una secesión en la elite cultural y política, que se ha aislado de las masas populares. Pero el vacío no existe en política. Si unos se alejan y se aíslan, otros ocupan su espacio. Los chistes de Berlusconi ofenden la inteligencia cultural, pero encantan a las clases medias conformadas por el televisor e irritadas por los problemas económicos, por la dureza de las ciudades y por la enorme presencia de inmigrantes.
Italia siempre nos lleva unos años de ventaja. Su televisión populachera lleva años entre nosotros. Ha conformado una nueva cultura de masas que, con la crisis económica, muestra su rostro más inquietante. La crisis exacerba el antihumanismo de fondo: el desprecio por el débil (sea mujer, gay o extranjero). Lo que llega de Italia no es una revisión realista de la inmigración, sino la negación de la humanidad del inmigrante. Sobre inmigración puede (¡y debe!) discutirse todo. Sin falsos idealismos, con la mirada puesta en los más débiles de los autóctonos. Pero sin ceder un pelo en la visión de los inmigrantes como personas. Si un ministro de Italia los describe como animales, es que los diques de contención alzados después de la Segunda Guerra Mundial se están hundiendo.
La vang 12-5-05
Muy interesante e ilustrativo lo que explicas de Italia.Me has puesto al día, Pedro. Siempre había sentido que este país funcionaba a pesar de los políticos. También siento proximidad y afecto por Italia. Salvo el Sur, la conozco bien. Mi suegra era italiana. Espero que los italianos sepan salir de este bache coyuntural.
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