DUBROVNIK
Fue durante el viaje de bodas que hicimos escala en Dubrovnik . Y fue en el viejo puerto donde tomamos una pequeña embarcación a motor con la pretensión de alcanzar al muelle principal donde estaba anclada nuestro buque. Vana pretensión, porque el crucero ya navegada en la cercana costa. El rescate tuvo lugar casi en alta mar. El enorme sombrero que llevaba Marcenia nos delató y a duras penas pudimos subir por una escalera que nos lanzaron los tripulantes.. En la cena fuimos recibimos con un estruendoso aplauso que, por llegar tarde, no nos merecíamos.
Y hemos regresado por unos días a ese precioso rincón croata del Mar Adriático para recordar y revivir esos momentos. Visitamos también Cavtat donde llegaron las fuerzas que se ensañaron contra Dubrovnick. Tristes momentos aquellos que, en el Memorial que visitamos, es un testimonio contra toda guerra.
Limoneros, palmeras y naranjos al borde del mar prestan a esta ciudad su especial encanto junto a la transparencia y quietud de sus aguas. El hombre y la naturaleza se han juntado para hacer de esta costa uno de los destinos turísticos más preciados del mediterráneo.
La historia nos dice que en el siglo IX , Dubrovnik, era ya una aglomeración urbana bien organizada y sus murallas resistieron, en aquellos tiempos, el asedio de los sarracenos. La creación de Dubrovnik está íntimamente relacionada con el antiguo poblado de Ragusa (siglo XII) . Se cita como dato curioso que la República de Dubrovnik fue uno de los primeros países europeos que reconoció la independencia de los Estados Unidos.
No podemos entender como el llamado ejército popular yugoeslavo (1991) se ensañara con tanto odio contra la ciudad y su gente causando tremendas destrucciones. Todo fue reconstruído rápidamente y hoy en día la ciudad muestra con orgullo su mejor cara. Pocos rincones de Europa son tan bellos.
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