Saturday, September 05, 2015
Esta mirada no es mía, aunque la siento como mìa. La encontré en Facebook y pensé que merecía ser publicada aquí, para tenerla presente y porque me trae todos los recuerdos del mundo. De esa Venezuela que ya desapareció pero que sigue presente en nuestra memoria y en nuestros corazones.
Su autor es Juan Pablo Gómez y si tenemos algo en común es quizás la lectura compulsivo de todo lo que sucede en el mundo y a nuestro alrededor. Dice de él que es un pensador obsoleto, yo, que soy viejo, me niego a admitirlo porque la lectura de sus líneas me han llevado a los tiempos del dólar a 4,30 y me han hecho sentir joven de nuevo, recordando aquella Venezuela que ya pasó y en la cual transcurrieron largos años de mi vida.
0 y me hanhecho sentir joven de nuevo. Gracias, Juan Pablo.
“Estuve tan ocupado escribiendo la crítica, que nunca pude sentarme a leer el libro”
Groucho Marx
De ese montón de discursos, artículos y cartas abiertas desahogantes que ahora inundan las redes sociales y tratan de ordenar, de un modo u otro, el descalabro venezolano, me llamó la atención uno en particular: se trata de unas palabras de César Miguel Rondón a propósito de la graduación de bachiller de una de sus hijas en el Colegio Santiago de León de Caracas. El discurso tiene el tono y la tópica de la ocasión y de un padre emocionado. Pero lo que destaca es la frase que es la del título: “Pido perdón”. Rondón, en una especie de arrebato de dignidad escribe: “En una reunión reciente, ante la pregunta de si estaban dispuestos a luchar por Venezuela, uno de ustedes, con mucho valor y honestidad, se levantó y dijo que no, porque estaba harto. Es comprensible, el país en el que han estrenado la vida no ha sido el mejor. Lo siento. Lo siento mucho y pido perdón. Perdón porque estoy hablando a nombre de esta generación a la que pertenezco que mucha responsabilidad tiene en este fracaso que hoy vivimos”. Un poco atónito compruebo que una figura pública, voz e imagen emblemática de la publicidad y los medios de comunicación, dice abiertamente sentir una cuota de responsabilidad en esto que se atreve a llamar abiertamente “fracaso”.
Sí, es un fracaso rotundo. La Venezuela de hoy es un conglomerado lamentable de desaguisados. La institucionalidad está liquidada. Y no sólo institucionalidad en términos de gobierno, administración pública o estructura democrática, sino todo lo que debe organizarse en torno a un orden y a una normativa elemental para poder engranar el funcionamiento mínimo de una sociedad medianamente decente. El país está arrasado. Las causas son mucho más complejas que un gobierno lacerante, incompetente y corrupto (cosa por lo demás, gravísima e intolerable). Todos los niveles sociales están estragados por el cataclismo moral. Todos los actores políticos han sido responsables, por acción, por omisión, por inoperancia o por incomprensión. Pero todos los actores sociales también son responsables. El gobierno siempre será reflejo de la gente. Si un gobierno es nefasto, la gente lo sustituye. Pero cuando un gobierno se incrusta en el poder y socava la institucionalidad durante décadas, la gente se hace cómplice. Pescar en río revuelto, salvar el pellejo, darle palazos a la piñata, raspar la olla o meter la mano en el guiso son expresiones coloquiales que nos abruman por su elocuencia aplastante. Lo que César Miguel Rondón hace es un mínimo acto de contrición que es, además, una invitación abierta a pensar un poco mejor dónde, cuándo y cómo empezó el descalabro. La Historia siempre puede afinar el espejo retrovisor y hacer que se pierda la visión en las nebulosas: algunos dirán que todo empezó mal una calurosa tarde de agosto de 1498, en las costas de Paria. Otros dirán que muchísimo antes, cuando un grupo de aborígenes pudo cruzar el puente helado del estrecho de Bering o cuando los indígenas caribes emigraron desde el río Paraguay hasta las costas del mar que lleva su nombre. Otros hablarán de nuestra vida republicana y nuestro abrumador y violento siglo XIX. Otros dirán que culpa de Castro (Cipriano), de Gómez o de Pérez Jiménez. O la locura de Diógenes Escalante. O el golpe de 1945. O el asesinato de Delgado Chalbaud. O el fracaso del Falke. O el porteñazo. Y así, sucesivamente. Una historia compleja y abordada siempre desde el dogmatismo bolivariano creado por Guzmán Blanco. Esas palabras de Cabrujas son las que más eco retumban en mí sobre Bolívar: “Tenía un concepto de sí mismo tan apabullante, tan carente de paisaje; él se creía el centro del mundo y no veía esto sino como decorado, no le importaba la realidad, por eso llegó a tanto”. Y si nos obsesiona esa figura paterna a la que la realidad no le importa y el paisaje es él mismo, pues apaga y vamonós (sic).
No soy historiador ni tengo autoridad para adentrarme con firmeza en los confines del pasado. Cuando hablo de historia, siempre encubro una especie de autobiografía acomodaticia. Así que yo, agradecido con las palabras de César Miguel Rondón, tengo que repensar los años ochenta y buscar allí esas “responsabilidades” aludidas. Tengo que retrotraerme a una niñez tímida, vaga, dispersa, pero acuciosa e intuitiva. Y puedo dar fe que los años 80 fueron nefastos. Mucho de lo que hoy vivimos, encuentra origen directo en ese aletargamiento ominoso que vivió la sociedad en esa década. Especialmente en Caracas al ritmo del “ta barato dame dos”. Basta revisar documentales como “Mayami nuestro” de Carlos Oteyza o “Los 80” de Yulimar Reyes, para alborotar algunos espasmos nauseabundos. Venezuela no está mal sólo ahora. Estaba muy mal desde hace mucho. Lo que ha ido ocurriendo es el proceso de visibilización de la desgracia. A un punto ya intolerable a los ojos. En los ochenta había un aparato tan sofisticado de negación, tan perturbadoramente tenaz para soslayar los conflictos, que sólo significó una represa para generar la explosión, casi literalmente: el Caracazo es el final de los 80 en todo sentido y es, a la vez, el inicio de la Venezuela trágica en anagnórisis, es decir, reconociendo, con sangre, su propio destino y su propia tragedia.
Sábado Sensacional, el Miss Venezuela, la sifrina de Caurimare, la inauguración del Metro de Caracas o del complejo cultural del Teatro Teresa Carreño, las luchas intestinas adecas entre CAP, Piñerúa, Octavio Lepage, Lusinchi, Alfaro Ucero o Morales Bello, los acuerdos tras bastidores con los sindicatos, la pobreza indetenible en toneladas de barriadas creciendo en las cimas de los cerros, mientras la gente se debatía entre Tío Rico y Efe o entre el CCCT y el Paseo Las Mercedes o entre Venevisión y Radio Caracas, entre Oriana y Macu, la mujer del policía, entre si lo peor es el Whisky de Lusinchi o el copete de Blanca Ibáñez. Todo al son de Daiquirí, de Colina, de Ilán, de Fernando y Juan Carlos, los Melódicos, Menudo, Témpano, el joven Yordano, Karina, o Melissa, la reina del rock. Un auge de cosas buenas y gratas, mezcladas con cosas repugnantes. Es decir, la definición exacta de lo grotesco. Esa mañana del 18 de febrero de 1983 en la que murió el dólar a 4,30 empezó a condicionar el parabán que ya no estaba sosteniendo con firmeza el parapeto. Pero quedaba mucha utilería por agotar. El 27 de febrero, con máculas severas, terminó el montaje.
Los años ochenta fueron terriblemente dolorosos. Mucho más de lo que suele admitirse. No sólo las luchas de reivindicación social fueron silenciadas o reprimidas. La puerta de la UCV en Plaza Venezuela era un foco simbólico de lo que venía anunciándose. Por qué no decirlo sin tapujos, la cuarta fue tan nefasta como la quinta. O mejor aún, ambas forman parte de un proceso mucho más amplio y complejo de degeneración moral y descomposición social que encuentra en el gobierno de hoy la imagen más elocuente de lo que somos: un fracaso. Lo que queda es pedir perdón, para empezar a recomponer. Esos optimismos fingidos y sobreactuados calzan mal al intento honesto de recomposición. Para quien siga intentando defender con argumentos serios la postura de la querencia patria como consigna tiene que empezar por admitir que en Venezuela mueren 25 mil personas por armas de fuego al año, un porcentaje alto de la población está dedicado al bachaqueo, matraqueo, contrabando, extorsión, tráfico de influencias, atajos lucrativos y toda variedad y gama de ilícitos. La institucionalidad está socavada a todo nivel, público y privado. Los ricos son más ricos y los pobres más pobres. Los militares viven su orgía perpetua entre whisky y aduana. La inflación no puede ya ni medirse y se perdió el respeto a la cultura y a la mística del trabajo. Quien quiere recomponer tiene que empezar por admitir los problemas. Alguien en estos días me decía que Medellín logró bajar sus índices de violencia e inseguridad de los años 80 y hoy en día es una de las ciudades más seguras y prósperas de Colombia. Algo similar sucedió con la Nueva York de los años 70. Hay que desmitificar la idea de que es imposible arreglar el país. Sí puede hacerse: hace falta eficacia, acciones competentes, voluntad política, revisión profunda de nuestro pasado pero, sobre todo, admitir los problemas de forma abierta y oficial. Y asumir la responsabilidad colectiva. De lo contrario, caeremos en la retórica abstracta de creer que el país es lo que vive uno solo y si uno está bien entonces todo está bien. Por ese camino, habrá quien invente la teoría de que la debacle empezó con el timbre agudo de Adrián Guacarán cantando “El peregrino” en Montalbán en 1985.
Friday, June 19, 2015
SANT JORDI 2015
Como todos los años no falto
a la cita de escribir unas líneas sobre este día no festivo pero que figura
entre los más festivos y alegres del año.
Pocas ciudades, en el caso específico de Barcelona, tienen la capacidad
o la virtud de reunir en sus calles a
miles de ciudadanos en busca de un libro acompañados por una rosa. Un día en que
la cultura y la tradición se dan la mano. Vale la pena resaltar que este fenómeno
se extiende y se repite por todas las poblaciones de Catalunya. No seré yo,
quien se atreva a describir las bondades que encierra este hermoso día y, por
ello, transcribiré una editorial de la prensa local, cuyo director escribe mejor que yo.
LA DIADA MAS CULTA
Las plazas y
calles de las ciudades catalanes volvieron ayer a ser el privilegiado escenario
de una de las fiestas más características: la diada de Sant Jordi, que
protagonizan cientos de miles de ciudadanos armados con libros y rosas.
Acompañada por un radiante día en casi todo el país, la fiesta volvió a tejerse
de aquel color de especial brillo que produce asombro y envidia en todo el
mundo, hasta el punto de que muchas ciudades quisieran organizar un
acontecimiento similar.
Sant Jordi,
con miles de tenderetes de libros y rosas en las calles atestadas de ciudadanos
en busca del regalo más adecuado para sus afectos, es una tradición que se
mantiene y que evoluciona con los años. Una fiesta que, a pesar de la crisis
económica que ha golpeado de forma notable la industria editorial, sigue bien
viva y dinámica, hecho que define a una sociedad que quiere mostrarse al mundo
como lo que es: moderna, culta, abierta, cívica, cosmopolita y solidaria.
Libros en cualquier lengua se ofrecían al paseante, con lógica mayoría en
catalán y en castellano, como corresponde a una comunidad que ha asumido con
naturalidad su bilingüismo, aunque haya quienes insistan en un conflicto por el
idioma que no existe más que en su imaginación. Solamente con darse una vuelta
ayer por las calles de Catalunya, cualquiera se hubiera percatado de la
inexistencia de esa cuestión. Centenares de escritores en cualquier lengua que
firmaban libros a los lectores son el testimonio de que Sant Jordi sigue siendo
una fiesta abierta y cívica.
Una tradición
es algo que emerge de la raíz de una comunidad. Si además el objetivo festivo
es la unión de la cultura y de la naturaleza, los dos ejes del ser humano, es
evidente que esta celebración adquiere niveles de excelencia. De ahí el éxito,
año tras año, del día de Sant Jordi, que produce orgullo en el ciudadano que se
sabe protagonista de un acontecimiento tan especial.
Barcelona,
como capital de Catalunya y capital mundial de la edición en catalán y en
castellano, pretende ser nominada ciudad literaria de la Unesco, iniciativa que
partió del suplemento Cultura/s de La Vanguardia y a la que se han sumado
numerosas instituciones y entidades del país. Uno de los activos más
destacados para esa designación es, precisamente, la celebración de la diada de
Sant Jordi, que reúne a cientos de miles de personas en las calles en torno al
libro. De lograrlo, sería el reconocimiento internacional que merece la
sociedad catalana por haber impulsado su fiesta más característica en la mejor
dirección: la lectura.
Wednesday, January 14, 2015
LA LIBERTAD DE EXPRESION Y SUS LIMITES
Estos días se
han producido y publicado una gran variedad de reflexiones sobre el origen de
los atentados de París y sobre los límites de la libertad de expresión.
En España un
juez tiene problemas legales por expresar sus opiniones fuera de su recinto
profesional. Los dibujantes de la revista “Jueves” han tenido también sus
problemas. En consecuencia, me permito transcribir un extracto de la opinión
del periodista Lluis Foix (LV 14/1) sobre este tema:
Nuestro siglo
empezó con los ataques del 11 de septiembre de 2001 que abrieron el camino a
una confrontación abierta contra los supuestos autores de aquella cruel
matanza. Se adiestraron en Afganistán y una coalición internacional derribó a
los talibanes de Kabul. Siguió en Iraq con una guerra sin las causas invocadas
de las armas de destrucción masiva. Cientos de miles de personas han muerto,
han huido o se han desplazado para no ser aniquiladas. Es una guerra dispersa,
ideológica, en la que el terrorismo de cuño islámico utiliza los avances
tecnológicos de nuestra civilización para intentar destruirla substituyéndola
por otra que niega nuestros valores.
Los millones
de ciudadanos que se manifestaron en París defendían la civilización
democrática, laica, multiconfesional, con separación entre los tres poderes,
con la libertad de practicar cualquier religión, donde la mujer es
jurídicamente y socialmente igual al hombre y donde la libertad de pensamiento
hace posible la ciencia y el progreso. Es esta civilización la que el islamismo
integrista quiere combatir y destruir desde el incipiente Estado Islámico que
ocupa amplios territorios de Iraq y Siria. Se calcula que unos 1.400 franceses
o ciudadanos que residen en Francia se han alistado a la yihad. Unos 70 han
muerto en Siria que está siendo bombardeada persistentemente por drones
occidentales sin conseguir frenar el expansionismo de unos fanáticos que
eliminan a todos los que no comparten su causa.
Desde los
atentados del día 7 de enero se han registrado más de cincuenta actos
islamofóbicos en Francia. La canciller Merkel se manifestó el lunes en Berlín
para defender a los musulmanes que están siendo atacados por la organización
islamofóbica Pegida que, paradójicamente, a la misma hora, desfilaba por las
calles de Dresde con un crespón negro en señal de simpatía con las víctimas de
los asesinatos de París. Desde hace varios meses, cada lunes, miles de alemanes
se manifiestan en Dresde y en otras ciudades en contra de la islamización de
Europa. Alemania está sorprendida por el aumento de simpatizantes a una causa
que va en contra de más de cuatro millones de musulmanes, mayormente turcos,
que viven en el país y que representan el 5 por ciento de la población. En
Francia son el 7.5 por ciento, el 6 por ciento en Bélgica, el 5 por ciento en
el Reino Unido, en Holanda y en Suecia y el 3 por ciento en España. En el
conjunto de Europa viven unos 44 millones de musulmanes, muchos de ellos con la
nacionalidad de sus respectivos países. Una vez levantado el velo del
multiculturalismo se ha descubierto un conjunto de sociedades paralelas que,
lejos de integrarse, se mantenían al margen o en contra de los valores cívicos
y políticos de nuestra civilización basada en la libertad.
La integración
es difícil y no se alcanza en una generación. Hay que convivir con el respeto
que se merece toda persona mientras cumpla sus deberes y exija sus derechos. No
es aceptable que ataquen nuestras libertades y que unos cuantos entren con
fusiles en una redacción de una revista satírica y maten a doce personas. Nada
justifica estos crímenes.
El humor y la
sátira forman parte importante y prioritaria de las sociedades libres. Pero hay
que aceptar que varios millones de ciudadanos europeos, musulmanes, pueden sentirse
ofendidos por las mofas gratuitas al Profeta. No me gustan. En Alemania,
comprensiblemente, no se admiten bromas sobre los judíos ni el Holocausto. La
explotación occidental de Oriente Medio ha creado movimientos radicales que se
han refugiado en la religión para expulsar a Occidente y sus valores del mundo
islámico intentando recrear los imperios de la Edad Media, un sueño que
justifica cualquier sacrificio. El Estado Islámico, bárbaro y criminal, cabría
situarlo en este contexto.
Jacques
Delors, en su crítica al choque de civilizaciones de Samuel Huntington,
compartía con el autor que los conflictos del futuro estarán más determinados
por los factores culturales que por los económicos o ideológicos. Occidente,
decía, necesita desarrollar una más profunda comprensión de las concepciones
religiosas y filosóficas de otras civilizaciones. Las causas del atraso de
muchas sociedades musulmanas son la pobreza, las graves desigualdades, la
ignorancia y el subdesarrollo. El nuevo orden mundial deberá basarse en la
pedagogía del respeto. Hace un siglo, el tratado de Versalles fijaba las nuevas
reglas tras la Gran Guerra que condujo a nuevas guerras. Se pueden repetir los
mismos errores, pero no hace falta.
Sunday, January 11, 2015
Saturday, January 10, 2015
JE SUIS CHARLIE
Existen días en que es necesario escribir algo. Hoy es uno de ellos. Google aparece con una cinta negra, en duelo,
por lo acaecido en París. Escuché
opiniones de diferentes matices esta mañana en la radio y me quedo con la crónica
de Beatriz Navarro publicada en LV desde Rotterdam, en la cual nos transcribe
las palabras del alcalde de Rotterdam, Ahmed Abutaleb, precisamente de origen
magrebí: “Hoy me llamo Charlie y soy un parisino.” Además de rechazar el
terrorismo, se dirigió a sus hermanos de fe, diciéndoles que era incomprensible
que pudieran rechazar la libertad de la sociedad europea: “pero si no te gusta,
¡por Dios, haz las maletas y vete!”
Los holandeses siempre han defendido la libertad de expresión
y mantienen vivo el recuerdo del asesinato a manos de un islamista radical del
cineasta y escritor Theo Van Gogh por su película Sumisión.
Geert Wilders, tercera fuerza en el Parlamento holandés, al
frente de su partido islamófobo, reclama la presencia del ejército alegando una
situación de guerra. Ambos líderes son
la cara y la cruz de la política holandesa.
Frente a esta situación, el actual alcalde de Rotterdam reclama reforzar
la convivencia, aislando y actuando contra quienes levantan las armas,
organizando actos públicos que unan a la sociedad. Entre el público que
escuchaba al alcalde había personas de 174 nacionalidades, entre las cuales,
nos cuenta la cronista, había un joven originario de Suriman con un bolígrafo
en alto y una francesa al borde de las lágrimas. Muchas de estas personas, no holandesas,
admiten tener miedo, pero la mayoría sujetaba un cartel que decía: “Je suis
Charlie”.
Otro cariz tiene la crónica de Gemma Saura escrita desde
París que ahonda en los orígenes del drama o, diría yo, en alguno de ellos. El barrio donde crecieron los asesinos se
llama Stalingrado. El hermano menor se hizo yihadista en una desaparecida
mezquita, donde contactó con un “emir” que dirigía una cédula terrorista que
reclutaba musulmanes franceses para ir a
combatir en Irak. La gente del barrio
Stalingrado, nos cuenta la periodista, se encoge hoy de hombros. “El islam es
una religión de amor y de paz”. “Pero
unos pocos cometen la locura y nosotros la pagamos. Todo el mundo nos mira mal
porque somos árabes y musulmanes”. El
que habla no quiere dar su nombre. En
general se sienten molestos por las llamadas a que se movilicen. El clima es
distinto al de Rotterdam, pero no dudan
en tildar a los jóvenes de “ignorantes” y de desconocer lo que es el verdadero
islam. Alegan que las viejas
generaciones nunca han tenido problemas. Consideran, los más viejos, que
Francia los respeta y ellos respetan a Francia. De hecho hay políticos y
escritores que están plenamente integrados y culpan a los líderes políticos y a
los medios de comunicación de todos sus problemas. Son franceses, han nacido
aquí, pero los llaman francoargelinos o francomarroquies.
Lo triste del caso es que el país de sus padres ya no les
pertenece y Francia, su país de acogida, los rechaza. Se sienten discriminados, no tienen trabajo,
y acumulan mucha rabia que un día transforman en violencia. La cronista se tropieza con un grupo de
egipcios llegados clandestinamente hace poco. Trabajan en un mercado.
Les pregunta si les gusta Europa. “No –contestan- pero hay
trabajo.”
Enero 10
¿Es demasiado tarde?
Terminadas las operaciones que terminaron con la muerte de
los terroristas y rehenes, todos nos
hacemos mil preguntas mientras esperamos que Francia recupere su pulso y
considere al mas alto nivel estrategias y proyectos para que nadie se sienta marginado.
Manuel Castells en su Observatorio Global (LV) considera que
hemos llegado “Demasiado tarde” . Se
provoca a Estados Unidos hasta llevarles a una guerra en Afganistán. Lo
recuerdan? Después Bush nos lleva a Irak para hacer desaparecer el régimen
baasista que, por cierto, era enemigo del islamismo. Suceden las matanzas de
chiíes en nombre de los suníes y viceversa.
Un juego diabólico que hace surgir los movimientos yihadistas y hace
nacer el estado islámico. Siria entra en el escenario aumentando la confusión y
la espiral de violencia.
“Una parte de los ciudadanos europeos empieza a adoptar la
islamofobia (una forma extrema de racismo) como bandera identitaria, como lo
demuestra el auge de Pegida en Alemania”. (Manuel Castells). Este comentarista apunta que la solución es
la tolerancia cultural y religiosa y la integración social de los jóvenes.
Termina opinando que hemos llegado demasiado tarde.
Espero que no.
THOMAS PIKETTY
Thomas Piketty
Thomas Piketty es el economista francés que ha revolucionado la discusión económica del año 2014 en Estados Unidos y que suscitará el debate económico del futuro inmediato en todo el mundo. Hay quien dice que es el nuevo Marx del siglo XXI. Muchos no entienden, yo tampoco, que un libro sobre economía –El capital del siglo XXI- lidere las ventas de libros en Estados Unidos.
Bienvenido sea pues el debate económico para que la gente se forme su opinión sobre “los problemas que realmente importan a la gente” como diría Rajoy. Son seiscientas páginas de argumentos y gráficos económicos novecientas en la versión francesa y se ha convertido en un best seller. Se me ha hecho difícil digerir tanta información y me he conformado en los comentarios y análisis que salen en la prensa. De momento.
Lo que Piketty a fin de cuentas dice con argumentos científicos, es que el modelo económico actual no es un buen sistema de distribución de riqueza, que no premia el esfuerzo ni recompensa el trabajo, sino que favorece a quienes ya poseen la riqueza.
Durante quince años Piketty se ha dedicado a recoger datos fiscales de países desarrollados como Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Japón, Reino Unido, Suecia y algunos otros, llegando a varias conclusiones:
a) Que el porcentaje de retorno del capital supera el porcentaje de crecimiento económico;
b) Que la riqueza que se hereda siempre posee más valor que la que un individuo puede acumular en su vida;
c) Que de los dos datos anteriores se desprende que el capitalismo entra en contradicción con la democracia y la justicia social.
Piketty propone que se establezca un impuesto progresivo a la riqueza o al capital, de alcance global, favoreciendo al capital con “utilidad social” y relegando al capital meramente rentista.
También cabe decir que Piketty ha recibido el rechazo de los economistas que podríamos clasificar como “la derecha económica.”
El hecho gratificante es que los ciudadanos en general sienten la necesidad de saber, especialmente cuando se ven injustamente tratados y observan con preocupación el aumento de las desigualdades además de sentirse severamente castigados por las políticas de austeridad y recortes.
Otros economistas han reflejado en sus obras el aumento de esta desigualdad. “Mundos separados”, “Los que tienen y los que no”, “Las grietas del sistema”, etc.
Piketty critica las políticas de austeridad y el empeño en reducir el déficit a toda velocidad. Estima que el desempleo y la ausencia de inflación hace mucho mas difícil salir de la crisis. Pero no se desalienten, también ha dicho que las cosas siempre se pueden cambiar.
PS. Mas información sobre el tema en “World Top Incomes Database.
Puede descargarse un amplio resumen en la web del propio autor (http://piketty.pse.ens.fr/en/capital21c).
También se puede comprar la versión Kindle a un precio módico
Thomas Piketty es el economista francés que ha revolucionado la discusión económica del año 2014 en Estados Unidos y que suscitará el debate económico del futuro inmediato en todo el mundo. Hay quien dice que es el nuevo Marx del siglo XXI. Muchos no entienden, yo tampoco, que un libro sobre economía –El capital del siglo XXI- lidere las ventas de libros en Estados Unidos.
Bienvenido sea pues el debate económico para que la gente se forme su opinión sobre “los problemas que realmente importan a la gente” como diría Rajoy. Son seiscientas páginas de argumentos y gráficos económicos novecientas en la versión francesa y se ha convertido en un best seller. Se me ha hecho difícil digerir tanta información y me he conformado en los comentarios y análisis que salen en la prensa. De momento.
Lo que Piketty a fin de cuentas dice con argumentos científicos, es que el modelo económico actual no es un buen sistema de distribución de riqueza, que no premia el esfuerzo ni recompensa el trabajo, sino que favorece a quienes ya poseen la riqueza.
Durante quince años Piketty se ha dedicado a recoger datos fiscales de países desarrollados como Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Japón, Reino Unido, Suecia y algunos otros, llegando a varias conclusiones:
a) Que el porcentaje de retorno del capital supera el porcentaje de crecimiento económico;
b) Que la riqueza que se hereda siempre posee más valor que la que un individuo puede acumular en su vida;
c) Que de los dos datos anteriores se desprende que el capitalismo entra en contradicción con la democracia y la justicia social.
Piketty propone que se establezca un impuesto progresivo a la riqueza o al capital, de alcance global, favoreciendo al capital con “utilidad social” y relegando al capital meramente rentista.
También cabe decir que Piketty ha recibido el rechazo de los economistas que podríamos clasificar como “la derecha económica.”
El hecho gratificante es que los ciudadanos en general sienten la necesidad de saber, especialmente cuando se ven injustamente tratados y observan con preocupación el aumento de las desigualdades además de sentirse severamente castigados por las políticas de austeridad y recortes.
Otros economistas han reflejado en sus obras el aumento de esta desigualdad. “Mundos separados”, “Los que tienen y los que no”, “Las grietas del sistema”, etc.
Piketty critica las políticas de austeridad y el empeño en reducir el déficit a toda velocidad. Estima que el desempleo y la ausencia de inflación hace mucho mas difícil salir de la crisis. Pero no se desalienten, también ha dicho que las cosas siempre se pueden cambiar.
PS. Mas información sobre el tema en “World Top Incomes Database.
Puede descargarse un amplio resumen en la web del propio autor (http://piketty.pse.ens.fr/en/capital21c).
También se puede comprar la versión Kindle a un precio módico
JOUMANA HADDAD Y MILENA BUSQUETS, DOS ESCRITORAS REBELDES
DOS ESCRITORAS REBELDES
MILENA BUSQUETS TUSQUETS
Milena fue educada en un mundo de intelectuales bohemios y
la presentan como una heredera de la gauche divine. Su libro “También esto pasará” está causando
sensación en Frankfurt. Lleva 18 traducciones y tiene contratos con Gallimard y
otras acreditadas editoras. Sus padres
separados se bañaban en pelotas en Cadaqués y alguna vez votaron comunista. Confiesa
sentirse de izquierdas y que lo que en verdad le interesa es que el PP pierda
poder. Los de Podemos le hacen casi
gracia y sobre la independencia, pues si quieren ser independientes que lo
sean.
Sobre la España indivisible piensa que es un chiste y sea
como sea seguirá yendo a Madrid a ver los Velazquez del Prado porque los
considera suyos. En su casa
hablaban castellano porque en cierta burguesía les dió por
eso pero, aclara, en
realidad éramos bilingües.
Se la compara con Françoise Sagan con su Bonjour Tristesse. Coincide en que su burguesía bohemia se parece
a Sagan pero afirmaa ,que ama más a Colette.
Su obra, piensa, es una
declaración de amor a su madre muerta.
JOUMANA HADDAD
Se declara madre, poeta y furiosa escritora árabe. Nació en Beirut en 1970. Habla siete idiomas.
Agradece a sus hijos por su inspiración en escribir “Yo maté a Sherezade” (traducido a 17 lenguas) por enseñarme todos los días como merecerlos
más, “como madre, como mujer, como ser humano.”
A los veinticuatro años publicó un
libro en francés “Le temps d'un rêve”. Desde los quince escribía un artículo
semanal para el diario “Le Reveil”.
Algunos de sus poemas en árabe, han sido traducidos al
castellano y se pueden encontrar en Internet : El tiempo del sueño, Invitación
a una cena secreta, El retorno de
Lilith, etc.
“Allí donde el río se incendia” es
una antología sobre la poesía contemporánea libanesa traducida al castellano
por ella misma. Si les interesa la poesía árabe anoten los nombres de Adonis, Ounsi
El Hage, Chawki Abi Shakra, Fouad Rifka y otros. Se llevarán una agradable
sorpresa.
Como Mujer árabe que no teme
provocar a Alá, su posterior obra
Superman es un árabe. (Vaso Roto Ediciones) es un manifiesto contra el machismo,
la batalla de los sexos o la invención de la castidad. Escribió primero estas
obras en inglés y al hacerlo en árabe hubo gente que le advirtió del peligro de
corría. Acabo de leer una crítica de esta obra en “The Guardian”. La primavera árabe, ¿no será otro invierno?.
Recibe amenazas de muerte pero también recibe cartas de los que están privados
de libertad. Haddad habla por los que no pueden hablar.
Joumana Haddad trabaja en An Nahar desde hace años como
crítica literaria. Como poeta y escritora goza de una gran audiencia en los
países árabes y en Occidente. Una revista del Oriente Medio la ha declarado una
de las mujeres árabes más influyentes.
En 2009 creó una revista titulada
Jaassad (Cuerpo en árabe) que rompió los arraigados tabúes sexuales de su
entorno. Era una revista destinada a los adultos en cuya portada
estaban impresas unas esposas para expresar su voluntad de romper tabúes. El
mayor número de abonados se encontraba en el reino de Arabia Saudí, curiosamente
el país mas represivo del Oriente Medio. A pesar de las amenazas como
"Dios te castigará", "Ojalá te arrojen ácido", sólo ha
dejado de editarse por dificultades financieras. Haddad espera continuar en
versión on line. Se levanta a las cuatro
de la mañana para escribir. "La palabra no hay que buscarla, está aquí hay
que respetar su ritmo, y cuando cumpla su tiempo, me llegará".
En su Sherezade ha escrito:
"Aunque soy, lo que se dice una mujer árabe, yo y muchas como yo, no
llevamos velo, no estamos dominadas, ni somos analfabetas, y desde luego no
somos sumisas. Somos como tú".
Deseo dejar bien claro que escribo
o mejor diría transcribo esta líneas para dar a conocer la riqueza de poética
y literaria del Líbano cuyo descubriendo
me ha sido facilitado por las líneas de Tomás Alcoberro, publicadas en el
suplmento “QUIEN” de La Vanguardia, el día 10 de este año que empieza. Gracias,
Tomas, se seguiré leyendo y escuchando por la radio.
Relatos inspirados y basados
en el magnífico suplemente de LV, “Quién” que se publica los sábados con
semblanzas de los protagonistas de la semana.
En este caso la publicación es del sábado 10 de Enero.